Hay varias personas viviendo en Cercedilla que podrían corroborar que la siguiente historia que voy a contar es cierta.

Habíamos quedado para la típicas cañas navideñas, pero «no vamos a comer», habíamos dicho explícitamente en el grupo de whatsapp. El caso es que acabamos en el Andabe, en una mesa de las de arriba, no las del comedor porque «no íbamos a comer…».

Empezamos con rondas de cañas a las que se unían sus buenos aperitivos y esas cestas de patatas fritas para los niños, que siempre tienen…Una de nuestras amigas estaba embarazada y dijo que necesitaba comer algo más, así pedimos un par de raciones, como para matar el gusanillo… El caso es que animados por las cañas, la buena compañía, el espíritu navideño y las horas que nos estaban dando, fuimos pidiendo una ración tras otra…

Nos sorprendieron, y fue bastante comentado, la abundancia, la calidad y la presentación de las raciones. Así que, ya sin orden ni concierto, cada uno iba pidiendo lo que le iba pareciendo.

A lo tanto y a lo bobo tuvimos una de las mejores comidas que recordamos entre todas las comidas navideñas que hemos hecho…pero la historia no acaba aquí. Una vez acabados los cafés, pacharanes, chupitos y demás delicias, una parte del grupo salió a fumar y otros nos quedamos dentro pidiendo la cuenta. Pensamos en gastar una broma a los de fuera y pusimos un 1 delante de la cantidad que aparecía en el importe que nos había pasado el camarero.

Pues bien, cuando fueron entrando los amigos fumadores y les enseñamos la cuenta, ni uno sólo mostró extrañeza ni le pareció cara la cuenta y eso que lo habíamos convertido en algo más del doble de su precio real. Así fue nuestra primera experiencia navideña en el Andabe y ahora que se va acercando diciembre tenemos presente repertirla. Verídico.