Como cada año en septiembre, iniciaba la temporada con el buen propósito de apuntarme a alguna actividad gimnástica o deportiva que incidiera en mi bajo estado de forma.

Como cada año, encontraba una magnífica excusa para no hacerlo, y así, poder pasar otro año tranquilo porque yo quería, claro, pero las circunstancias me eran adversas.

Sin embargo, el año pasado me lo pusieron muy difícil en el club de padel MVpadel de Cercedilla.

Empecé diciéndome que ya estaba mayor para hacer deporte y que, en realidad, no quería sufrir, pero ese argumento se me vino abajo cuando vi a gente de más de 60 años jugando -e incluso alguno de más de 70-.

Luego me dije que estaba bajo de forma pero me di cuenta de que tampoco hace falta estar en un gran estado de forma para echar un partido de padel.

Posteriormente, que hacer deporte me aburre, pero la verdad es que es divertido jugar al padel, me gusta. Tampoco hace falta tener grandes conocimientos técnicos para disfrutar del juego, como en el tenis, el golf u otros deportes.

Recurrí a algo que me había sido infalible en muchas ocasiones: «es que es muy caro», sin embargo, por unos tres euros por persona puedes alquilar la pista durante una hora.

Ya está -me dije- incompatibilidad de horarios, el trabajo, los niños, no puedo jugar unos días fijos… pero los malditos abren desde las diez de la mañana hasta las once de la noche de lunes a domingo.

En fin, que empecé a jugar con unos amigos mientras se me ocurría una excusa mejor. Por supuesto, metía cizaña a escondidas entre mis amigos: «Si es que a mí lo que me gusta es el tercer tiempo, las cervecitas de después», pero los muy ladinos han puesto un bar allí mismo, con terraza exterior, terraza acristalada y comedor interior con chimenea y todo, hasta un piano tienen.

Así que -me dije- habrá que dejar que el tiempo haga su trabajo y, efectivamente, la gente empezó a fallar, así que… guerra ganada, pensaba yo, pero no, sólo fue una batalla.

Cuál no fue mi sorpresa cuando me dicen que han hecho una liga, te apuntas con otro, u otra -que puedes jugar hasta con tu novia si quieres- y juegas una liga con otras parejas. Ellos te lo organizan todo, tú sólo tienes que ponerte de acuerdo para ver cuando jugáis.

Así que me apunté con un amigo a la liga, te colocan en un grupo atendiendo a tu nivel. En mi caso no me colocaron con los más malos, inauguraron un grupo que imagino que a mis espaldas llamaban «aún peores». Con lo cual estuve todo el año pasado jugando en esa liga -incluso llegamos a subir de grupo en alguna ocasión-.

Ya a la desesperada, le dije a mi mujer que esto nos estaba separando pero, lejos de amilanarse, un domingo me acompañó con toda la familia: hay una pequeña zona infantil, un campo de fútbol que si no está ocupado puedes dar unas patadas y éstos, que saben latín, le dejaron una raqueta a mi hijo para que jugara unas bolas conmigo antes del partido. Al terminar nos comimos una paella que estaba para chuparse los dedos, así que ahora mi familia en cuanto pueden se vienen y me acompañan.

Así que… esta tarde he quedado para jugar con unos amigos, pero,  ya algo se me ocurrirá, no me doy por vencido…